Blogia
En busca de un final

Alberto Senante

Capítulo 16: La estación de autobuses

...notamos a nuestro alrededor un movimiento de gente que no es normal. Algo está pasando, la gente se pone nerviosa.

De pronto, varios coches de policía empiezan a cortar las calles. Hay mucho control policial, la cosa se pone complicada. En cada esquina hay un coche de policía. Obviamente, nos están buscando a nosotros.
En ese momento, siento miedo. No sé como ha sido, pero de ir felizmente en un tren, me he visto envuelta en esta situación. Pero no me voy a echar atrás, y voy a seguir adelante, con todas las consecuencias.
El chico y yo, echamos a correr otra vez por las calles de la ciudad. Vamos buscando alguna salida, la que sea: una oficina de alquiler de coches, una estación de autobuses... ¡cualquier cosa!

De repente, el chico me coge la mano y me tira fuertemente de ella.
Entramos en una tienda de ropa. Me hace comprar unas camisetas, unas gorras y unas gafas de sol.

- Venga, con esto tardarán más en reconocernos.- dice él algo nervioso

Todo es muy rápido. Nos cambiamos y salimos. Seguimos corriendo.
Por las calles por las que vamos ahora no hay policía. Al fondo de la calle, puedo divisar una estación de autobuses. Es pequeña, vieja y algo sucia.

- Perfecto -pienso- una vía de escape.

De manera más calmada vamos andando hacia la estación. Entramos cogidos de la mano. Hay muy poca gente, todo está en calma. Miramos a nuestro alrededor, parece que el revuelo de la policía aún no ha llegado a la estación.
Debemos ser rapidos y pensar algo.

- ¿Qué hacemos ahora? le pregunto

CAPÍTULO 15: La huida

En la escapada, a veces corremos por los pasillos y otras veces vamos despacio, mirando bien todos los rincones, observando si alguien puede volver a capturarnos.
De pronto, sin casi darnos cuenta, nos plantamos en el pasillo final, el pasillo que comunica con la puerta de salida.
Nos miramos fijamente, sabiendo perfectamente qué piensa el otro, y sin decirnos nada, echamos a correr tan rápido como podemos. Es nuestra única oportunidad de escapar y no la vamos a desaprovechar. El pasillo no es muy largo, pero es la carrera más larga que he corrido nunca. La puerta parece no llegar nunca.

En ese preciso momento, a escasos 3 metros de la puerta, se me pasa por la cabeza la típica imagen de las películas. Aquella en la que un policía por sorpresa tapa la puerta, impidiendo la huida al que huye desesperadamente.

Pero, sin apenas darme cuenta, estoy en la calle, corriendo ahora de la mano del chico, sin echar la vista atrás.
No lo puedo creer, soy libre. Ningún policía ha tapado la salida, nadie nos ha visto. No me creo que todo haya sido tan fácil, pero así es.

Llegamos corriendo a un callejón sin salida, muy lejos de la comisaría. Estamos agotados, sin aliento. No dejamos de respirar por la boca, con el corazón casi en el suelo. Él y yo nos miramos a los ojos y nos abrazamos fuertemente. Es un abrazo intenso, como de alegría, de cansancio, de emoción...

Aunque tengo que reconocer que en sus abrazos siento algo extraño.
Una sensación de seguridad, de confianza y rápidamente me pregunto a mi misma...

CAPÍTULO 13: En la celda él se confiesa

- "no tengo nada que explicar y no me apetece hablar" respondió él.
- "Pero todo es muy extraño y sospechoso. No sé nada de tí, ni de donde eres ni a donde vas. De pronto, matas al revisor en el tren y estamos en una celda de no se qué lugar. Para mí es muy confuso, compréndelo." Le respondo de manera tranquila, a ver si así entra en razón y habla conmigo.
- "Déjame, no quiero hablar" responde bruscamente.

Yo me callo, vuelvo a los barrotes de antes y me agarro a ellos, es lo único que me sostiene en este instante. Una lágrima recorre mi mejilla, siento rabia e impotencia y me repito para mi misma eso de "yo no debería estar aquí".

Cierro los ojos, pero los abro al escuchar movimientos dentro de la celda. Es el "chico misterioso" que se levanta de esa "cama" para acercarse a mi.

- "Está bien" - dice en tono serio - "Huyo de la policía. Cometí un robo importante hace apenas un mes, pero me salió mal y no dejan de perseguirme. Ese tren era mi única salida y tu has sido la mejor compañía desde entonces"
- "¿Pero entonces, lo del revisor...?" le pregunto tímidamente
- "Eso ha sido un error" -habla muy despacio - "Cuando se me llevó por el pasillo pensé que si me pedía el nombre para darme el billete llamaría a la policía y todo se acabaría"

Deja de hablar durante unos segundos. Yo le miro atenta.
- "Entonces...intenté huir, pero él me cogió. Forcejeamos y sin querer, le disparé. Todo se ha complicado."

No puedo hablar, le miro fijamente, buscando algo más en sus ojos. Pero baja la cabeza:
- "Y... tranquila, que cuando vean quien soy y les cuentes tu lo que ha pasado, te sacarán de aquí mañana mismo. A mi me dejarán aquí hasta quien sabe cuando..." responde finalmente.

De pronto, en medio de mi estado de shock, entra por el pasillo el comisario. Trae en su mano un folio...

CAPÍTULO 9: LA INTRIGA

...mi asiento de siempre. Abro los ojos poco a poco, la luz del sol me da de lleno en la cara y me cuesta mirar a mi alrededor. Finalmente logro abrir del todo mis ojos. Lo primero que hago es mirar a mi lado, busco al chico. Pero para mi sorpresa, él no está. Giro mi cuello y lo busco con la mirada por todo el vagón, pero no logro localizarlo.

De pronto, a través del cristal de la puerta que separa mi vagón del hall donde ha ocurrido lo del disparo,lo veo pasar. Camina muy rápido, y su rostro desaparece del cristal en apenas décimas de segundos.
He visto su cara un instante, pero lo sufuciente para que me preocupe por él. Nadie me ha dicho nada acerca de lo que ha pasado, así que me levanto y salgo al hall.

Pero no está, no lo encuentro. No hay nadie, tan solo la puerta del lavabo donde le encontré manchado de sangre.
Me detengo ante ella, la miro. Mi mano se apoya sobre el pomo de la puerta y la empuja. Está abierta.

La abro rápidamente y le veo, es él, está ahí. Está de espaldas, pero nota mi presencia y mientras se da la vuelta, esconde algo en el bolsillo de su vaquero. Está nervioso, tan solo puede balbucear algunas palabras inacabadas.
No le doy importancia, pero me quedo pensativa acerca de lo que puede esconder en su bolsillo.
A unos centímetros de él, puedo distinguir en ese bolsillo como un tubo pequeño con un extremo rectangular más grande.
No se, algo como una...

CAPÍTULO 7: UN DISPARO (CONT)

...por lo que el disparo tiene que haber sido dentro del tren. La gente se levanta, se pone nerviosa.

Yo también me preocupo, porque el sonido ha sido muy cercano. Podría asegurar que viene de un vagón próximo, o en el peor de los casos, de mi mismo vagón. Algunos hombres salen a otros vagones a preguntar. Hay una confusión general, todos lo hemos oído, pero nadie sabemos qué es lo que ha pasado.

En ese momento, me acuerdo de mi acompañante. Me asomo al pasillo, pero no logro verle. Solo puedo ver a gente de aquí para allá, preguntando por lo mismo.
Quiero saber si está bien, así que me levanto de mi asiento, cojo el bolso y camino por donde le guió el revisor.

Llego a un pequeño hall, donde se unen los vagones. Hay una puerta marrón, es la del lavabo.
De pronto, escucho un fuerte golpe, que sin duda proviene de detrás de la puerta. Me quedo esperando unos segundos.

La puerta se abre.

Mis ojos no pueden asimilar lo que están viendo.

Era él, con su camisa manchada de sangre…

CAPÍTULO 6: ÉL ME HABLA (CONT.)

...porque sabía que ese chico tenía algo que contar, y que yo deseaba conocer. Mientras tiene los ojos cerrados, me dedico a examinarle.
Lleva unas zapatillas blancas, algo sucias. Un desgastado vaquero azul y una camiseta blanca, un poco rozada. Mi madre me diría que tuviese cuidado con este chico, pero mi corazón insiste en que a pesar de su aspecto, tiene algo escondido en su interior que hace que siga a su lado.

De pronto, abre los ojos y me mira. Rápidamente aparto mi mirada de él y disimulo contemplando el paisaje.

- ¿Qué hacías? -pregunta un poco enfadado.
- ehh.. nada...mirar las montañas. - disimulo como puedo, pero él no me cree.
- Me estabas mirando, te he visto.

En ese momento, entra en el vagón el revisor. Se dirije hacia nosotros.
El chico y yo nos miramos intensamente. Puedo oir su respiración acelerada. Mi corazón también late muy rápido.

- Por favor, sus billetes - entona el revisor con voz grave...

CAPÍTULO 6: ÉL ME HABLA

…no dejo de darle vueltas al mismo asunto. ¿Qué es lo que ha pasado para que no bajase en aquella estación? Sin duda, él es la razón para que no lo haya hecho.

Ya más centrada, le miro. Él me mira fijamente con sus ojos oscuros. Sabe que quiero saber toda su verdad, pero no dice ni una palabra. Espera a que mi curiosidad le pregunte quién es en realidad, de quien huye. Sin embargo, aguanto la mirada como nunca antes lo había hecho. No sé el tiempo que pasa durante ese cruce de miradas, pero se me hace eterno.

Al final, él baja su mirada y empieza a hablar:

- Eres valiente, podrías haber bajado en esa estación, pero aquí estás.
- Me gustan los riesgos, sino no estaría aquí – respondo con seguridad.
- No sabes quién soy en realidad…
- Por eso no me he bajado antes, lo quiero saber todo.

Se vuelve a hacer un silencio precioso. Más tarde, él continúa hablando;

- No soy nadie, he sido tan poco en la vida que no tengo identidad – dice mirando al suelo, con voz tenue
- ¿Pero tendrás a donde ir? – pregunto de manera interesada
- Ni eso. Tan solo me he sentado en este asiento, el de mi número de la suerte, sin rumbo alguno, esperando que alguien amable me preste un poco de dinero para pagarle el billete al revisor.
- Si es por eso, yo te dejo lo que necesites - respondo al instante.

Él me mira intensamente. Yo saco de mi mochila el monedero para prestarle algo de dinero. Pero de pronto, sin avisar, él me pone su mano en la mejilla...